NOTA DEL ÁNGEL ROMÁN

Y en ese día se separarán dos monstruos, una hembra llamada Leviatán, que morará en el abismo sobre donde manan las aguas, y un macho llamado Behemot, y ocupará con sus pechos un desierto inmenso llamado Dandain

El Recado de C.C.

8 de marzo de 2010

La Reina Blanca

En los tiempos actuales
un hombre vio en un sueño a una mujer
que lo complacía en lo que quisiera,
si lo pedía en sus sueños en la vida real lo tenía.

Hasta que la mujer le pidió el pago de tales destrezas

El no tenía con que pagar,
no quería dar su alma ni nada que le perteneciera

La mujer que comprendía la desdicha de pagar
le pidió que fuera a lo más al norte que pudiera ir.

El no tuvo otra opción y viajó al norte

Antes de partir,
durmió y le pregunto a la mujer
si en realidad existía,
pueda estar en vida frente a él

Ella le respondió que puede,
pero al pedir eso no tendría más compañía
que ella, la luna, las estrellas, el agua
y toda especie que habite los eternos hielos del norte.

El aceptó.

Al amanecer despertó,
sintió una fría brisa y
comprendió que ya no tenía
casi a nadie.

Vio por su ventana
y solo podría ver la bruma
del frío puerto y los oxidados buques

Salió de su habitación
con solo una mochila grande
donde metió chamarras,
una casa de campaña, comida enlatada
y su última esperanza ya agonizando.

Caminó cuesta abajo,
donde se sitúan los olvidados muelles,
en el último está su frío buque
con el mástil lleno de oxido y demás cosas.

Al subir,
pensó que la mujer ya nunca iba a aparecer
y tomó una siesta donde pensaba
que podría darle una respuesta.

Despertó
no soñó nada,
no vio a su dulce reina de piel blanca
y cabello parecido a la aurora.




Con el ánimo deshecho,
bajó del buque con su gran mochila
pensando que era una ilusión demasiado real.

Al bajar el último escalón
una tibia presencia lo tomó del hombro,
se dio vuelta y era su reina de piel blanca
que solo existía en sus fríos sueños.

Su señora blanca
le pidió que subiera al buque,
el viaje empezará,
su demora se debió
a que su padre no quería dejarla ir,
así que ella escapó y
cruzo la fría puerta que divide
los sueños de la realidad.

El buque sube las anclas
ya con restos de coral,

Su reina le menciona
que a su regreso el ya podrá librase de ella
y pagado lo que deseaba.

Entonces sus ojos oscuros se entristecieron
y quería pagar la deuda
pero los ángeles del cielo y
los perversos demonios del mar,
no dejarían que una reina pagará
la deuda de un mortal.

Al igual se entristecieron los ojos del joven explorador,
solo contemplando el frío mar,
quiere llamarla por su nombre
pero los mortales no saben el verdadero nombre de una diosa.