Solo en medio de Munich, y arrancar de mi corazón a mi mujer resulta casi imposibles, me ahogaré por un tiempo en el mar de alcohol, pero menos mal que ser nadar en él, al menos me mantendré a flote, aunque yo quisiera morirme ahora.
Dejándolo todo y bebiendo para olvidar, un poco de amor necesito, una mano cual me pueda acompañar en este momento más extraño y con relojes oxidados, que no marcan más que las nueve de la noche.
Los pies y el viento me guiarán, y caeré en la ruina más no entraré en ella, aunque si esta me ofrece alcohol, tengo por seguro que entraré y el sol quemará mis cabellos en las extraña tardes de esta parte de Baviera.
Berlín ya lo dejé atrás y París me espera, espero que la vida no sea más que esta sucesión de desengaños y encontrar una gota de cariño en el más bizarro de los cabarets o en el fondo de bote de basura. La Ruina se hizo presente y la seguiré aunque me lleve al final.
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