París 6 de junio de 1996
Mis saludos:
La voz se quiebra después de las dos de la tarde, escribo esta carta hacía la mujer que algún día conocí, me dejo un pedazo de carne en el refrigerador junto con sus huesos de ébano.
Esta carta ya no es necesaria, de nuevo la leerás con los ojos cerrados y tus pulmones se llenarán con el veneno de la fragancia despedida de esta hoja, tus oídos se contaminarán con el asqueroso sonido de una caja de música.
Esta carta no es una guerra mundial, es una droga capaz de acabar con mi obsesión, espero ver tus ojos oscuros como los de la más profunda oscuridad, y este tedio de espera es mortal, solo espero estar amarrado de la arma química que desfragmentará el fuego que alguna vez fui consumido y hundido.
Tienes razón, esto es una carta de amor, ahora mismo te amenazo de muerte y sabes de que soy capaz, se que el camino a tu casa no es tan largo e iré con el paso lento, me postraré en tu porche y miraré al mar. Pensabas que habías terminado pero solo has empezado a lidiar conmigo, recuérdame mi cariño, es largo el camino y más tediosa será la desesperación
Se que puedo encontrar paz y armonía, pero no será en esta vida. No en esta vida.
¿Era en verdad aquello tan bueno?
¿Era en verdad aquello algo mejor?
Me despido desde este sucio sótano de algún edificio
Tú siniestro hombre
Tú siniestro hombre
No hay comentarios:
Publicar un comentario