NOTA DEL ÁNGEL ROMÁN

Y en ese día se separarán dos monstruos, una hembra llamada Leviatán, que morará en el abismo sobre donde manan las aguas, y un macho llamado Behemot, y ocupará con sus pechos un desierto inmenso llamado Dandain

El Recado de C.C.

5 de febrero de 2009

Heart Break Hotel (Parte II)

— Todo ocurrió un fatal tres de abril el año pasado, estaba en Belfast de negocios y escuché las sirenas de la policía, encontré un pequeño sótano y algo me golpeó en la cabeza, dormí mientras escuchaba gritos y ráfagas de aire violentas. Al despertar, salí de aquel agujero y me dispuse al ver si había alguien más en la ciudad. No puede ser que yo haya sobrevivido en toda este lugar. Así que camine hasta llegar a esta pequeña ciudad tratando de buscar más personas para no estar solo, me aterra la idea de estar solo, sin nadie con quien hablar, sin nadie nuevo con quien pedir un poco de fuego para mi cigarrillo, nadie que me haga reír, solo están los perros y gatos callejeros. Hasta que encontré esta carta, me dio un poco de esperanza y la seguí, además también me llamo Howard. — Sonrió con un gesto macabro

Estaba también la madame sentada debajo de una pequeña ventana, vestida de un color escarlata y un velo de encaje negro; el negro vestido con un chaleco rojo, con un acordeón en sus manos y su pequeño mono montado en su hombro con un fez. Como si la carta hubiera sido un oráculo o una guía al futuro. Mientras el dueño con su mirada vacía observaba fijamente a Howard, como si lo estuviera esperando toda una vida o más si esa carta tenía la razón. El humo de los cigarrillos sobre la mesa parecían incienso y cuatro copas de alcohol.

— Cuando la leí por primera vez — dice Howard un poco molesto — solo pensé que era una carta cualquiera, pero decidí seguirla solo por curiosidad y además no tenía nada que hacer. Al llegar al malecón escuche algo no muy normal, era como una especie de música, o tal vez eran las gaviotas, y un fuerte olor a pescado, caminé y me dejé guiar por el aroma. Y así encontré este hotel, y en lugar de la tinta del letrero había neón diciendo el nombre de El-Hazzred.

— ¿Puedo hacerle una pregunta? -interrumpe el negro seguido del sonido de su acordeón.

— ¿Cuál es? Y otra cosa más ¿Cuál es su nombre? -con un pequeño gesto molesto.

— Mi nombre es Whipple B. Low, y mi pregunta es ¿Usted conoció a Caleb Ahab?

— No, nunca en esta vida, ese nombre es tan extraño para mí como el de usted, -Toma una servilleta- y le reitero, encontré la carta por mera casualidad.

Después hubo un silencio incomodo, hasta que se escucho un estruendo a lo lejos y las gaviotas empezaron a chillar, después se hizo presente un fuerte viento que sacude las ventanas. El dueño se puso de pie y miró por la ventana.

— Ya que siguió el camino y encontró la carta — murmura el dueño — puede quedarse en este hotel. Pero antes nos presentaremos ya que se quedará aquí durante largo tiempo.

Da tres pasos y se sienta otra vez, toma un cigarrillo de la mesa y lo prende, exhala el humo y pierde el color de sus ojos.

— Me llamo Abdul El-Hazzred, —lo dice con sabor a nostalgia— soy el dueño de este hotel que ha pasado por generaciones, desde que esta ciudad era solo una villa. De mi vida se puede decir poco, visité Bagdad y demás ciudades árabes, viví en soledad durante diez años, me dio un problema de visión cuando tenía 13 años que se agudizó al estar tanto tiempo en el desierto, conocí a Caleb en Damasco, pero poco después el moriría de un problema al corazón. Vine a esta ciudad poco después de la muerte de Caleb, quise mejorarlo y darle un aire siniestro — Sonríe mirando al suelo y sacando humo de la nariz.

— ¿Usted conoció a Caleb? -Interrumpe Howard

— Si lo conocí —mirando fijamente a Howard— que no te engañe mi apariencia, creo que soy mayor que tu por más años de los que te imaginas, y tú creo que ya estabas destinado a ver esa carta, Caleb siempre decía que tú jamás lo defraudarías y encontrarías cobijo en este lugar

— No lo creo, ¿Cómo sabría de mi existencia?

— Nada ocurre por mera casualidad, el ya había predicho que estarías con nosotros, te dejó las instrucciones para que estuvieras a salvo de esta terrible tragedia.

— Tengo otra pregunta, que yo creo importante. ¿Qué ocurrió en la Gran Catástrofe de Hierro?

— Es una pregunta algo difícil de responder, todos tenemos distintas versiones de la tragedia, ya que la magnitud fue tan grande que todo lo vimos de manera distinta: Whipple cree que fue por un misil nuclear; Joseline cree que fue una bacteria que mato a todos menos a los más fuertes; y yo creo que en realidad nunca existió tal devastación y todo esto es un juego perverso que nos dio Dios.

— Ahora para mí hay más interrogantes — Solo sonríe al suelo y toma otro trago de whisky

— Ya, cállense, tengo una buena historia que le gustara a este muchacho — Dice la madame con tono de orgullo — mi nombre es Joseline Fabian, yo misma conocí al mismo Sade. Era un pequeño hombrecito depravado, iba a la misma hora y día en mi antiguo burdel de París, siempre pedía a las más hermosas, y las más tiernas. Una vez me pidió que le mandara seis niñas a su casa. Lo único que sé, es que regresaron mal de la cabeza y temblando del más puro miedo, ese día solo me reí como nunca. Yo una vez tuve un gran amor, pero lo boté, me fui por el lado del dinero y decidí casarme por un gobernador. Para ser grande necesitas abandonar cosas que ya no sirven para nada como el amor y el dinero.

Howard solo observaba al piso de concreto pulido, tratando de ver un reflejo, pero no encontraba nada, tal vez sería que el piso estaba demasiado deformado, entonces el hombre negro del mono, se pone de pie y mueve su asiento hacía Howard.

— Mi pasado es un poco glamoroso — dice con un tono agrio — pasé tres años en América como esclavo en los campos de algodón, al huir me enlisté al primer tren hacía México para vivir más cómodo, allí me instalé por un largo tiempo hasta que decidí probar otros sabores que el mundo tenía deparado hacía mí. En Sudamérica mientras estaba en un campamento para encontrar una especie extraña de serpiente, se acerco hacía mí este maldito mono — señala al pequeño simio — se llama Mateo, y le gusta demasiado los cafés capuchinos, es una gran ironía. Llegué a este lugar buscando algo de comer, me habían dicho que aquí cualquier alma cuaternaria sería bienvenida.

Interrumpe Howard con voz cortada por una vida de cigarrillos.

— ¿Qué es un alma cuaternaria?

— Es, la vida más larga que alguien haya tenido — explica Abdul con la voz cortada — y esas personas necesitan alimento, pero uno que no se puede comprar en el supermercado.

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