NOTA DEL ÁNGEL ROMÁN

Y en ese día se separarán dos monstruos, una hembra llamada Leviatán, que morará en el abismo sobre donde manan las aguas, y un macho llamado Behemot, y ocupará con sus pechos un desierto inmenso llamado Dandain

El Recado de C.C.

20 de febrero de 2009

Heartbreak Hotel (Parte V)

El-Hazzred camina furioso a la habitación donde están Joseline y Whipple, y toman la decisión de lo que querían hacer desde el principio, empezar a tomar sus sagrados alimentos. Era una sucia trampa para las putas y homicidas, hacerles creer que estaban destinados a llegar al hotel, Howard era un caso especial, ya que su carta estaba firmada por Caleb Ahab.

Caminaron por las escaleras y tiraron las cadenas, para alimentarse como debe de ser, hicieron un ademán para avisar al hombre de la recepción, el tiró una palanca y dejó las puertas de la cocina cerradas sin forma de escapar. Se apagaron las luces e inicio la función acompañada de una espectral sinfonía de gritos y de huesos rotos, con los actores destrozados para dar vida a la acción. Se prende el reflector principal, los tres entes: Joseline, Whipple, El-Hazzred hasta el mono Mateo, rasgando la piel de las putas con sus afilados dientes, y saboreando su sangre como el más delicioso vino, le dan los huesos ya sin carne a su devoto publico que solo es el pobre hombre de la recepción, que los saborea como la carne de Dios.

Olaf se da cuenta desde la tramoya, y empieza a corre hacía el vapor. Ve a Howard desnudo comiendo una jugosa manzana y un buen jamón, Iván también comiendo con él.

— Los tres dueños del local, se han manchado las manos de agua gris —agitado grita Olaf—, ya han terminado de cenar.

Howard termina de tragar, mira al suelo y el sabor a grasa y sal le recuerda que un día fue un animal.

— ¿Que comieron? — Dice Iván al gran Olaf

— A los pobres que engañó con sus cartas, creían que tenían destino pero hay tal horror en el mundo que no se puede creer en nada

— Te contaré una historia, amigo Howard, una de las pocas de los tiempos negros, —con la voz entintada en la nostalgia— una de las cuales tengo miedo a contar.

LA HISTORIA DE LA BRISA ÁRTICA

La última brisa está por llegar, la última razón esta por cuestionarse, la última copa de vino ha sido derramada y la voz de los hombres infames han construido un lugar muy lejos de aquí, antes de que el hombre existiera, los señores del ártico tenían magnificas ciudades donde algunas gaviotas quieren regresar a volver anidar en las suntuosas torres de vigilancia y los campanarios de los primeros templos. Los habitantes eran las almas cuaternarias, solo vivían para el gozo terrenal. Una de los grandes señores se disgustó con la viciosa imagen y mandó a uno de sus poderosos tenientes, el Demoledor del conocimiento y de la forma, la antitesis de la creación. Él destruyó todo rastro de nuestra existencia pasada y maldijo a nuestra raza con nunca encontrar una morada. Así que vagamos en la tierra buscando alimento y destruyendo cada cosa que amamos, ya que nosotros llevamos la semilla de nuestra propia destrucción. Ya no volveremos a ver las gaviotas y las magnificas ciudades que con nuestra sangre construimos.

Howard con la cabeza al suelo, escurriendo el agua, pensando detenidamente para formar una pregunta, pero tal vez que no tenga respuesta.

—Entonces, ¿Quién fue Caleb Ahab?

Iván con la carne más pálida respondió:

—Uno de los de fuera, un hombre tan siniestro como sólo él puede serlo, el amo de la tribu, fue quien crió a El-Hazzred, fue quien dio este hotel cuando esta ciudad era un villorrio, el fue quien te encontró en la cima de las torres, a él le debes la vida ya que te encomendó para renovar la especie.

— ¿Tiene que ver con la Gran Catástrofe de Hierro? — Pregunta Howard con los lentes empañados con el vapor

— Demasiado — Responde con la voz áspera — El llamó a los antiguos señores árticos y despedazaron el mundo, ahora ya se han ido, ya que volverán a construir su magnificas ciudades

Se empiezan a oír las cadenas y un fulgor naranja se ve por la ventana, los señores del hotel ya se han alimentado y quieren seguir con la función, abren la puerta del baño y empiezan a morder sus labios, ya que hoy es un festín, la carne de un alma cuaternaria es un delicioso premio para celebrar que pronto las sombras reinarán.

Corren por las escaleras, y al llegar a su habitación se ponen lo que sea que encuentran, ya listos bajan por la ventana, los dirige el olor a sal. Entonces para Howard empezó a aclararle la mente que había sido inundada por la leche agria que bebió el mismo día que encontró la carta.

La casualidad no existe: la carta, la manera depravada que lo veía Iván, eso explicaba una cosa, lo querían devorar en este mismo lugar. Eso explicaría también el alimento especial para estas “almas cuaternarias”. Tropieza con un cajón de una habitación, toma la carta y la lee con detenimiento científico, estaban firmadas con el nombre de Eva Wells, entonces por que su carta estaba firmada por Caleb, el empezaba a reafirmar que el no era muy normal.

— ¿Qué pasa? Nos tenemos que ir ya — dice Iván

— Por que me protegen tanto y por que mi carta esta firmada por Caleb — Susurra Howard

— No llegarás a comprender pero diré el por qué.

Olaf se fija en la habitación contigua, no ve a El-Hazzred ni a los otros dos.

— Tu has vivido desde hace muchos años, al igual que nosotros eres un alma cuaternaria, Caleb tenía el don, pero nunca murió, solo despareció hasta que esta catástrofe llegó. El ya sabía lo que iba a suceder. El fin del mundo el lo pudo predecir, todo ocurrió por fuego o más bien por lava. La tierra empezó a vomitar magma y gases que mataron a la mayoría de la humanidad. Tenemos que vivir para volver a repoblar esa es la misión que el señor Ahab dio.

La mente de Howard se volvió a aclarar, y siguió hasta caminar a la salida del local, corrieron por la avenida principal siguiendo el olor a mar. Llegarán sanos a la iglesia, pero un fuerte ábrego arrecia con la llegada de El-Hazzred.

Iván, Howard y Olaf, se disponen a correr, rompen las ventanas para poder salir, Howard no habla y grita como el animal que un día fue. Logran salir, pero Iván con el brazo fracturado y corren con agonía y una posible aceptación, de que serán devorados y echados en platos de metal. Llegan a un pequeño altar del lugar, con una fachada grasienta.

Olaf se sienta en el altar y apenas puede hablar:

— Otra vez, el dueño se ha comido la clientela, pero esta vez vendrá por él — Señala al pobre Howard — Pónganse ropa y nos iremos de aquí de una vez. Caleb nos espera en el malecón cerca de esta iglesia

Howard, con una cara que casi parecía un signo de interrogación, contesta y se limita a jadear.

— Como sabes eso, si Caleb murió hace tiempo

— Tú confía, es solo una corazonada

Ahab cae sobre el pequeño Howard y despedaza su oreja al tratar de hablarle al oído

— Tu serás mi más suculento alimento, con tu sangre color de fresa y te daré la muerte más rancia

Súbitamente se apagaron las luces y el pequeño Howard, sentía angustia. El sonido de los huesos al quebrarse y los susurros de dolor, se encendió otra luz y esta Iván cubierto de deliciosa sangre. El cuerpo destrozado de El-Hazzred, ya no era un mito que hace mil años había sido devorado y ahora si podía ser refutado, Iván miró a Howard con una mirada inusual

— Tú no eres alimento o carroña, tú eres mío, mi dulce amigo

El foco se quebró al abalanzarse Iván sobre el pobre Howard, lo único que se oía era la carne siendo tirada, la piel siendo rasgada, los dulces gritos de dolor y el dulce aliento de Howard resbalando por la quebrada garganta era inmensamente hermosos y no hubo más que sollozos del pobre Iván al verse convertido en un animal cuaternario. Esa es la esencia de estas pobres almas, nunca morir por al menos una vez.

Una luz al final del pasillo se prendió siendo precedida de la llegada del señor Caleb Ahab, entonces se veía a Howard tirado con hematomas en la pálida piel del cuello, mientras Iván callado y sentado enfrente de él. Olaf entraba justo detrás de una mujer de nombre Isabel.

— Ya acabó toda esta prueba y podremos engendrar — Dice Caleb

Se levanta Howard más que aturdido, tocándose la cabeza con la mano ensangrentada.

— Que ocurrió con el negro y la madame

Olaf alza la mano y cuelgan las cabezas de Joseline, Whipple y el mono Mateo.

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